16-MONTRUOS

Olor a sal y arena en la boca.
Una medusa palpitante en frente de mis ojos. Salto despavorido y me incorporo.
Una vista rápida me muestra una playa repleta de bolsas venenosas. Me dan asco.
La arena se cuela entre mis dedos desnudos. No disfruto el momento.
Camino esquivando la plaga de muerte que sirve de alfombra bajo mis pies y me cruzo con una ballena. Tumbada.
Sangrante. Su boca se mueve. Sus ojos al vacío.

El cielo repleto de cuervos, palomas, gaviotas, buitres y demás calaña cubre el sol.
Son nubes negras. Nubes que no traen consigo lluvias.
Agobiado con mi propia existencia. Miro al suelo atento de no pisar medusas y al cielo de no ser presa de esas bestias.
Huyo a tras pies. Esquivando las minas venenosas.

Pronto dejan de ser protagonistas de mis locura. Miré a tras y algo copó toda mi atención.
Algo enorme, lejano, entre nieblas avanza a paso firme.
Me detengo. No respiro. Quisiera silenciar mi corazón para que no me escuche. Esos puntos rojos están fijos en mi.
Se que es absurdo huir. Miro a tras y todo es playa...todo es una puta playa.

Fuego de sus cabezas. Humo. Cuernos.
Nada de lo que veo trae buenos presagios.
Contruyo una muralla enorme de arena. Tan alta como un edificio.
Noto cada uno de los pasos que dan...cada vez mas próximos a mi. El suelo tiembla. La arena de lo mas alto se tambalea y se precipita sobre mis hombros.
Les escucho respirar. Les huelo.

Un pie enorme acompañado de una enorme pierna destruye mi muro sin inmutarse.
Salto al suelo tras la sacudida y me giro para contemplar esas siluetas casi infinitas.
Una mano enorme se precipita hacia mi. Tras los enormes dedos dos luces rojas atraviesan mi ser.
No hay escapatoria. Solo ser inmerso en en esas fauces bastas de olor fétido...
y pensar en los adentros porque no se lavara la boca. Ní que fuese algo importante.
Hasta el final no pude respetarme.
Una pena, no?
Si...otra vez será...
Otra vez será...